19 oct 2013

MELODÍAS NEBULOSAS EN EL PARAÍSO


Imaginemos que nos invitan a un selecto club nocturno preparado para celebrar un ritual pagano. Una sala pequeña se asemeja a la estancia de una mansión gótica abandonada. Las paredes están adornadas con telones rojos y paneles que recrean la naturaleza más pura y menos devastada por el ser humano. Esculturas a lo largo de la sala representan dioses mitológicos a los que hacer ofrendas, y las pinturas al otro lado de la sala nos muestran escenas de las más emocionantes leyendas celtas. La luz es artificial pero ilumina igual que el sol reflejado en la luna. Los asistentes no son numerosos pero sí fieles, vestidos unos de negro, otros de blanco, otros de colores llamativos. Estética gótica y punk de los años 80, cuero negro con crestas de colores; o retrotraída en el tiempo para mostrarnos vestidos de corte victoriano, con diademas regias y otros complementos sacados de la literatura fantástica. Si existiera un lugar que reuniese tal amalgama de culturas, la música que bañaría esa estampa sería seguramente la de Faith and The Muse.





WILLIAM Y SU MUSA MONICA



Monica Richards y William Faith son los dos músicos, cantantes y compositores estadounidenses detrás de este proyecto cuyo propio nombre les relaciona mutuamente, al igual que ellos complementan sus talentos para dar forma al arte musical en un poliedro de numerosas caras.



Se conocieron a principios de los años 90, en los ambientes y clubes especializados en la subcultura gótica y punk estadounidenses, pero por entonces ambos ya llevaban desde la década anterior participando en diversas bandas de este tipo. William había sido miembro de formaciones llamadas Christian Death, Shadow Project, y Mephisto Walz, mientras que Monica se dedicó a cantar desde muy joven, especialmente en un grupo llamado Strange Boutique.

Ambos decidieron empezar un proyecto desde cero, aparcando otras posibles o presentes alternativas. Establecieron el núcleo creativo de Faith and The Muse en Los Angeles. A la atracción por el rock gótico que empaparon sus formaciones musicales, decidieron componer también otros temas que aportasen variedad, tales como guiños celtas o temas lentos, sutiles, con teclados o sintetizadores como base.

¿A quienes recuerdan? Sobre todo a Dead Can Dance y otras bandas etéreas como Cocteau Twins, pero también a Bauhaus, Joy Division o The Sisters of Mercy, acentuando (según mi criterio) la parte rockera de sus influencias y filtrando algunas piezas del folclore celta europeo.

Es una de esas bandas que aunque haya permanecido en un segundo (o tercer, o cuarto) plano, sorprende por su esmerado trabajo, muchísimo más que la mayoría de superventas, pero así es este mundo.

Su buen hacer trasciende lo musical. Monica es una artista visual, ya sea pintando cuidadas acuarelas para adornar las portadas de sus discos, o realizando arte visual digital, también para adornar las imágenes que inevitablemente se evocan cuando se escuchan las canciones que acompañan. Así que mejor hacerlas hermosas.

Son dos personas comprometidas con el ecologismo, vegetarianos, que han aplicado la permacultura: la integración lo máximo posible del paisaje natural en la vivienda propia, ahorrando recursos y minimizando residuos… lo que viene a sonar mejor como vivienda sostenible.

En lo estrictamente musical, han publicado cinco álbumes a lo largo de su carrera: Elyria (1994), Annwyn, Beneath the Waves (1996), Evidence of Heaven (1999), The Burning Season (2003) y : ankoku butoh : (2009) más el directo/rarezas Vera Causa (2001).

Por desgracia, pasó con este dúo como con muchos otros. Monica y William tenían una relación sentimental que acabó, y con ella el grupo también parece muerto desde hace unos pocos años, aunque no se ha hecho oficial aún.

William ahora lidera una enésima formación, The Bellwether Syndicate.

Por su parte, Monica ya sacó un disco en solitario llamado Infrawarrior en 2006. Ahora que ya camina exclusivamente por su cuenta, sigue grabando música: el disco Naiades (2012) y otro que está a puntito de lanzar a finales de este año: Kindred. Me hace ilusión contar que he intercambiado algunos correos electrónicos con ella, y es una mujer muy agradecida y generosa con sus seguidores. Como es una artista independiente al cien por cien, pide humildemente a través de su web que donemos la cantidad de dinero que creamos conveniente, a través de Paypal, para ella poder seguir financiando su carrera musical. A cambio, la propia Monica nos adelanta canciones en mp3 y nos regalará  ediciones especiales de su último disco (con más arte visual) a los fans que la hayamos apoyado económicamente.




EL VIAJE MUSICAL A ANNWYN





Recuperemos a William Faith y quedémonos en el segundo de los trabajos que hizo junto a Monica Richards, para mí, el mejor dentro de una discografía de por sí impecable.

Es un trabajo ligeramente conceptual basado en la mitología galesa, puesto que el propio Annwyn que lo titula es una de las variaciones del nombre galés empleado para referirse al paraíso de la eterna juventud.
La portada, basada en el estilo visual de Gustav Klimt, evoca esa recreación bucólica, aunque algo inquietante, de Annwyn. Animales pacíficos (un caballo, un gato, peces) coexisten con dos ninfas, la pelirroja inspirada (por lo que parece) en la propia Monica, que es la autora del dibujo, como ya comenté. También hay una cruz gaélica que ya estaba en la carátula de su primer disco.

Todas las letras están impresas en el interior, y las encabeza alguna cita célebre: anónimas o de diferentes eras.

[Siento no poner en esta ocasión enlaces a las canciones. No he encontrado ningún canal oficial para el grupo en Youtube, aunque existen videos particulares de todos sus temas. El disco no está en plataformas musicales como Spotify. Otras alternativas no me parecen correctas.]



1. ANNWYN, BENEATH THE WAVES

El tema que titula el trabajo al completo podría suponerse, por su temática, una canción ligera, ambiental y luminosa, pero no es así. Resulta una larga composición de puro goth rock, que va creciendo en ritmo progresivamente. Las guitarras suenan a la vez densas y afiladas. La batería (que presupongo programada) varía de ritmos, ciclos a diferentes velocidades. La voz suntuosa de Monica no destaca quizá tanto como debería, pero interpreta unas líricas muy buenas, bastante complejas y retorcidas. En el fondo todo es no es más ni menos que un viaje desde los años 80 al confortable e intemporal Annwyn. 


2. THE SILVER CIRCLE
El tema empieza de nuevo con guitarras, aunque en este caso son acústicas y bastante veloces. Podemos notar ese crisol de referencias musicales, desde el rock gótico o post-punk hasta las percusiones folk. En los estribillos entran con fuerza las guitarras eléctricas y electrizantes. Buenísima.

3. CANTUS
Acentuando el aspecto más “ritualístico” de Faith and The Muse, tenemos este himno pagano. Tambores potentísimos, programaciones y teclados acompañan a la voz de Monica, que sin necesidad de elevar el tono, interpreta de manera espeluznantemente magnética las letras (podría ser en latín) de alguna danza digna de los más poderosos hechiceros tribales. Para mí, de las mejores canciones que hay en toda su discografía.

4. THE DREAM OF MACSEN
Tras la artillería pesada escuchada hasta ahora, este es un tema puramente ambiental, sustentado en programaciones que quedan en un término intermedio entre lo lúgubre y lo lumínico. La letra es su mayor parte recitada de manera inquietante por William al principio, mientras Monica aporta algunas estrofas melódicas.

5. FADE AND REMAIN
Voz femenina que juega entre lo casi susurrante y lo atmosférico, guitarras contenidas, crecimiento rítmico final… Así muestra sus armas, a medias, esta especie de melancólica balada.

6. ARIANHOD
Otro corte atmosférico, rápido y tribal, en este caso hay voz pero no letras, es instrumental, directo y breve, casi como si fuera un interludio. Dedicado nada menos que a Arianhod, hechicera clave de la mitología galesa.

7. BRANWEN SLAYNE
Es otra pieza que va de menos a más. Se oyen desde el principio notas monocordes de gaitas o similar hasta que todo estalla en una increíble explosión instrumental final. A destacar la poética letra cantada por Monica en inglés antiguo o galés medieval (no sé seguro), así como la superposición de voces cantando a la vez diferentes estrofas.

8. HOB Y DERRI DANDO
Adaptación de una pieza tradicional. Percusiones suaves manuales, campanillas y Monica con algunos coros: es suficiente para disfrutar de este cortito tema divertido y pegadizo.

9. CERNUNNOS
Cambio radical de estilo, aquí William vuelve a tomar las riendas de la recitación, sin embargo el estilo se acerca a lo industrial, con un ritmo casi marcial, y mucha dureza lírica y vocal al final. Rotunda y absoluta oscuridad.

10. THE HAND OF MAN
En todos los discos de Faith and The Muse, William se encarga a solas de cantar al menos una de las canciones, y suele ser de las mejores del disco correspondiente. En este caso su canción corresponde  a la vieja escuela de potente deathrock que tanto se oía hace dos o tres décadas. Su guitarra característica inunda al oyente, y la profunda voz del señor Faith nos desborda. Nos hace pensar que debería acompañar a su compañera más a menudo al micrófono, me encanta.

11. THE SEA ANGLER
Monica, acompañada por los lamentos de un piano y algunos efectos cinematográficos, vuelve a tomar el protagonismo absoluta en esta canción lenta y tristísima, sobre la trágica historia de un pescador y una sirena. La letra fue escrita por el poeta romántico alemán Johann Wolfgang von Goethe.

12. THE BIRDS OF RHIANNON
Más interludio que canción, cuesta describirla, pero sí nos evoca a pájaros en un paraíso soñado pero algo turbador. No obstante, Rhiannon es una diosa celta de la guerra.

13. RISE AND FORGET
La penúltima canción es la respuesta más rockera de Monica a la canción antes interpretada por William, y la que más me engancha a mí de todo el disco. Monica demuestra su versatilidad, sabiendo mutar de etérea a sensual y enérgica, sin necesidad de forzar al máximo sus cuerdas vocales. Es capaz de encarrilar un tema potente, donde las guitarras son dueñas y señoras del envolvente sonido.

14. APPARITION
Enlaza con la anterior, y supone una de las maneras más extrañas que conozco de acabar un disco. Toda la melodía anterior, expresada de una y otra manera, se desvanece de golpe. Nada de voces, todo son disonancias ruidosas, guitarras amenazantes y un golpe de efecto final, un corte abrupto de todo ritmo y sonido. La máquina del tiempo nos arroja desde el evocador Annwyn al gris presente. Con fuerza, sin piedad.

Al menos la diosa gaélica de la fortuna nos sonríe a los mortales, porque siempre tendremos acceso cuando decidamos emprender el viaje de nuevo…


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